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Estás bien sentado
 
 
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   ¿Estás bien sentado?    
     
 
TU quiere aprender a luchar, aprende a sentarse

ME-TI entre otras cosas, era, además, sabio en el conocimiento de los otros y de la lucha por la libertad. Y su fama llegó a
TU que, desde su lejano país, vino a aprender de esa sabiduría.

Atravesó montañas y peligros, pasó hambre y sed, descuidó amores y saberes: sólo quería llegar al maestro y obtener el conocimiento superior. Luego volver a su patria, ser salvador y reconocido como tal, porque destruiría la maldad, los abusos, el robo, la opresión.

Animado de estos propósitos no reparaba en fatiga ni en castigar el cuerpo ni en ignorar todo lo que no fuera el camino directo a
ME-TI.

Al fin llegó ante él.
ME-TI le recibió amablemente. Le hizo entrar en su choza. Le dijo,

- "Si quieres quitare el polvo del camino y el sudor, puedes lavarte y, entre tanto, prepararé pan, queso y vino, para que te alivies de tanta fatiga".

Pero
TU estaba ansioso de conocer y le respondió:

- "Maestro, no cuido de tales cosas. He aprendido a matar en mí el deseo y a reducir la necesidad a los mínimos. ¡Tanto has de enseñarme!. ¡Tan corto es el tiempo!. Maestro, háblame de los hombres y mi corazón se llenará de gozo".

Dulcemente lo contempló
ME-TI. Le dijo:

- "siéntate pues".

TU se sentó ante ME-TI. La tarde estaba suspendida entre los cendales nubosos del cielo azul. ME-TI le aconsejó:

- "Siéntate cómodamente, toma del pan, de este buen queso, de este vino excelente. Disfrútalos y descansa mientras tanto".

TU se agitó inquieto. No tomó de los alimentos, ni miró la tarde, ni escuchó moverse el aire entre las cañas de bambú, ni le serenó el correr de las aguas en el regato de la huerta. Y pidió ansioso, agitadamente:

- "Maestro, ya estoy listo. No te preocupes por mí. Soy duro, aprendí a renunciar: sólo quiero apurar de ti el conocimiento que posees y así ser válido a mi pueblo".
- "
TU, ¿estás bien sentado?, ¿estás cómodo? ¿te sientes a gusto? ¿no te gustaría un trago de vino o de agua fresca?..."
- "Maestro, estoy bien. Nada necesito sino tu conocer".

Y
TU calló esperando. ME-TI sosegadamente, le miraba con dulzura. Sirvió un poco de vino en los dos vasos y se inclinó ofreciéndoselo. TU apenas mojó los labios: no supo ni el olor, ni los tonos del color, ni el aroma del vino. Hostigaba a ME-TI con la mirada. Pero ME-TI, que era un sabio de la tierra, la soportaba tranquilo, veía por la puerta de entrada los campos, escuchaba el rumor de las hojas de los árboles, soñaba con la serenidad del agua.

- "
TU, ¿estás cómodo?, ¿has descansado?, ¿te gusta mi tierra?".
- "¡Oh, buen maestro!, ¿cómo puedes ahora preocuparte de cosas tan pequeñas, cuando llego a ti ardiente por conocer el secreto de la libertad del hombre?..."

ME-TI tomó en sus manos el vaso de vino y lo fue girando, a que destellara con los rayos de luz. Miró a la tierra y a los ojos de TU y dijo:

- "Al hombre que no conoce la tierra, que no sabe gustar de la compañía de los suyos, que no aplaca la sed y el hambre con el buen pan y el vino de los amigos, ¿de qué le valdrá conocer el camino a la libertad si desprecia la sabiduría de amar con lo que se vive? ¿De qué le valdrá al hombre rígido todo el conocer si le faltan las referencias de la tierra, el agua, la casa, la amistad, el amor, el trabajo sencillo, el escuchar, los cuidados, el queso y el vino? Si un hombre no puede gozar de lo que hace humana y propia la vida, ¿de qué le valdrá la lucha por la libertad? Esa es la sabiduría: peleamos por lo que amamos. Y sólo el conocimiento de eso que disfrutamos es válido".

"Me-Ti. El libro de las Mutaciones" de Bertol Brecht
Jose Luis de la Mata, Teresa Gil
 
   
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