0. LOS MODELOS LINGUISTICOS INFORMACIONALES Y SU UTILIZACION POR LA CLINICA COMUNICACIONAL.
Del clásico modelo de SHANON, tantas veces utilizado como paradigma en
Comunicación, puede pasarse fácilmente a un modelo ya más complicado, en el que intervienen las funciones definidas por R. JAKOBSON. Este modelo comunicacional enriquecido será el que sirva a D. LIBERMAN, para su famosa clasificación psicopatológica.
1. MODELO DE SHANON
2.MODELO SHANON/JAKOBSON
3. MODELO DE CLASIFICACION PSICOPATOLOGICA DE LIBERMAN
4. BREVE DESCRIPCION DE LOS MODELOS
Si comenzamos por el de Shanon, podemos proponer las siguientes definiciones que, por supuesto, no agotan el tema, sino que comienzan a plantearlo. En primer lugar, se trata de un modelo comunicacional muy influido por la T. de la Información.
Define con más precisión la trasmisión de información según la fórmula de un modelo de imput/output. Fuente designa el origen de la información; canal es el soporte físico de la señal o mensaje, el medio que soporta el mensaje; mensaje es un medio material organizado por las operaciones que define un código para hacerlo susceptible de trasmitir información; destino es el polo que completa el circuito comunicacional en tanto destinatario del mensaje; código es el conjunto de leyes que regulan las operaciones organizadoras de material a fin de hacerlo trasmisor de información; contexto es el ambito representado por la información trasmitida y trasmisible por los polos de un circuito comunicacional .
5. EL LUGAR DE LA CONDUCTA EN UN MODELO COMUNICACIONAL
El modelo de Shanon puede, además, concebirse como un modelo de interacción, lo que representa un proceso de conductas que se complementan en su interrelación. La conducta queda así definida, en tanto que objeto de la psicología, como un acto con sentido = acto dotado y generador de significación.
6. La dinámica de este acto hay que considerarla desde una dimensión de totalidad, por lo tanto como
lo que la motiva, desde un contexto y para un contexto. Acto con plasticidad, en su sentido más amplio- tanto desde la regulación interna (actividades fisicoquímicas de base, vida vegetativa, automatización y semiautomatización de complejos reaccionales...) hasta la plasticidad corporal, social, etc. que se manifiesta en la comprensión de la conducta como respuesta a una situación.
7. En su propia dimensión de mensaje, la conducta es un acto significante (=Ste.). Por ello mismo, la conducta tiene lo que Castilla llamaba "propositividad ", en los tres parámetros esenciales de su estructura:
- relacionalidad
- apertura
- intencionalidad
La relacionalidad depende del valor "sistemático" de la conducta. Esta es siempre producida por un organismo, se dá en un contexto y realiza el contacto con otro organismo. Pero esto no es sino decir que se trata de la interrelacionalidad de sistemas que se organizan recíprocamente. Tales actividades suponen siempre cambios, como ruptura de equilibrios y desequilibrios, además de representar un cambio en la misma situación.
8. Como factores de análisis de la conducta, puede establecerse:
a. la conducta como acto de relación;
b. la conducta definida desde la naturaleza de su intencionalidad;
c. la conducta desde la situación que la provoca;
de manera que puede llegar a establecerse que tal conducta está definida por el carácter de "acto-en-un-contexto". Como viene a decir E. LESCH, "todo acto de conducta es una unidad comunicacional- lo que supone su esencial valor diádico".
9. EL ANALISIS INTENCIONAL O PROPOSITIVO
El término "intencional" no tiene ningún valor finalistico o volitivo. Alude exclusivamente al hecho de la propositividad de todo acto de conducta, a la objetalidad que corresponde a la posición subjetiva, etc. Esto es, todo acto cognitivo, afectivo, relacional, en suma, hace siempre referencia a otro término que necesariamente lo completa. Así en la dimensión de objeto, en
comunicación, ect. Siempre, la intencionalidad representa su complementación.
10. LA ORGANICIDAD DE BASE
Toda actividad humana tiene su base o punto de partida en las bases orgánicas de su corporeidad. Esta constatación, sin embargo, no significa que toda conducta sea "orgánica", sino que la materialidad que es el individuo humano tiene componentes estructurales orgánicos. Con ello, no manifestamos ningún dualismo, sino que en la complejidad organizativa que es la materia viva y gracias a su valor sistemático, lo orgánico tiene una referencia que no eliminamos.
a11. Ese rasgo estructural orgánico tiene como notas especificas su:
- funcionalidad
- relacionalidad
que se manifiestan en la expresión " totalidad totalizada " que es la que mejor expresa la organización que es la conducta y, con ella, el individuo humano. Desde el punto de consideración de la organización orgánica, hay que hacerla corresponder con el Sistema Nervioso (= S.N.). En ese sentido, implica:
1º que la naturaleza nerviosa de la actividad relacional no excluye, sino que presupone, mediadores de carácter químico;
2º que la naturaleza neurofuncional de esta actividad puede ser sometida a investigación, para determinar incluso su propio carácter pre-biológico (= la naturaleza química o eléctrica de tales procesos neurofisiológicos). Esto supone, como dice COLODRON, la necesidad en muchos casos de completar el análisis de la conducta con el examen neurológico (así, puede estudiarse a Pavlov y su escuela, Anojin, Asratian, Bykov. Son también importantes Luria y la escuela de Georgia, en lo que atañe al estudio del set). En todo caso, lo que hay que retener es que la naturaleza de los procesos que condicionan la actividad y la índole de las modificaciones que se dan para que se produzca la actividad, es algo que estudia la Neurofisiología y no la Psicología. Que ésta sólo atiende al "contenido" u organización misma de la actividad. De manera que la conducta es la actividad de un organismo en situación.
11. EL PROBLEMA DEL SINTOMA ORGANICO EN CLINICA
Un punto interesante es el que puede resumirse en la pregunta "¿qué hacer con los síntomas orgánicos?" Incluso, ¿puede hablarse con propiedad de síntomas orgánicos? Castilla introducía el tema, a propósito de sus famosos " actos aconductuales ", especie de clase de señales orgánicas que pueden representar una auténtica ruptura del orden corporal.
12. Para él, se trata de síntomas o signos naturales, inmotivados que forman parte del referente, son presentativos, en la medida en que son directa manifestación del referente, por lo que forman parte de él. No son nunca convencionales, por lo que se presentan como indicios y, en consecuencia, pueden ser llamados indicantes. Comunicativamente, son inintencionales. Sólo tienen un referente, el propio organismo, con el que forman sistema y del que son un signo natural.
13. LA TRIPLE DIMENSION STE. DEL MENSAJE
Muy difícilmente llegaremos a comprender qué sentido tiene hablar de "signos naturales", si no comprendemos el alcance de un modelo comunicacional y su dinámica propia. Despejar esos errores puede ponernos en condiciones de distinguir entre un signo médico y un signo psicológico. Lo que para un médico puede ser la manifestación de desajuste en un parámetro bioquímico, para nosotros es un problema de desarticulación corporal.
14. Por lo mismo, una determinada conducta o mensaje expresa determinado sentido, síntoma del sujeto productor. En otro plano, es una señal destinada a provocar una reacción en el receptor. Y, además, en cuanto que supone una determinada representación, es un símbolo en su expresión más ajustada. Todo acto remite a la totalidad del sujeto, por ello puede decirse que hay una sobredeterminación en la referencia. Esto es lo que pretende hacer ver el siguiente esquema.
15. El mensaje se desplaza por el canal, pero en cuanto tiene que conseguir obtener una dimensión de respuesta, es SEÑAL. El o los INTERPRETANTES adhieren al signo y lo preceden, ya se considere el Emisor, ya nos situemos en el punto de vista del Receptor. De forma que nunca puede considerarse el acto de conducta sino como una dimensión de polaridad. Señal y símbolo, como referentes al receptor y al objeto, es también SINTOMA, en su dinámica de referencia al emisor (para un desarrollo superior del tema del INTERPRETANTE hay que recurrir a PEIRCE 1932). En todo este entramado es donde hay que buscar la significatividad de la conducta (un texto bien interesante es SZAZS, "El mito de la enfermedad mental").
16. Desde el punto de vista del propio circuito comunicacional, se puede hablar de la unidad básica o díada: hay
comunicación intragrupal o integrupal, según que la red sea interna al grupo o entre grupos. De la misma manera, se puede hablar de comunicaciones interpersonales e intrapersonales, aunque, como se ha indicado, en ésta última ya cabe más hablar de relaciones intrasubjetivas.
17. CODIGOS, MENSAJES, RELACIONES OBJETALES
Desde el punto de vista de la
comunicación, puede hablarse de varios tipos de códigos, fases de adquisición o prevalencia de éstos e integración de los mismos. En efecto, si se atiende a las fases más arcaicas del desarrollo, con niveles de prevalencia cenestésica en el contacto madre/niño- lo que Spitz llamaba analage- o de los sucesivos organizadores corporales que van interviniendo en el plano de esas sensibilidades profundas y dinámicas que van desde el equilibrio, la postura hasta la sonoridad, pasando por el ritmo, temperaturas, etc. nos encontramos con fases pre-verbales aunque no estrictamente pre-comunicativas. El niño y su agente vinculante (que actúa también como organizador) están en circuito comunicacional.
18. Pero los posteriores logros gestuales, mímicos, activos del niño muestran no sólo procesos de integración, sino también auténticos desarrollos de articulación de códigos comunicativos (no sólo para "decir", sino fundamentalmente para relacionarse y expresar las mil vicisitudes de esa interrelación). Esto quiere decir que, aunque finalmente se produzca en el adulto la prevalencia del código verbal como fundamental medio expresivo simbolizante, éste siempre irá acompañado de otros "paquetes informativos" en códigos no verbales. Paquetes que puntúan el mensaje, le sirven de contexto, de metamensaje, etc.
19. Los fundamentales códigos se clasifican como digitales o analógicos: los primeros son bipolares, naturales o inmotivados y, por lo mismo, ni guardan razón de analogía con lo representado ni existe ningún tipo de necesidad entre ellos y lo que representan. Los analógicos son naturales o motivados y, por tanto, la razón de analogíia o semejanza ese esencial.
20. A partir de ahí, la segunda gran clasificación se establece en tres grandes categorías:
Cada tipo de código cumple, en su propio registro, con las tres grandes funciones que anteriormente indicabamos: es una SEÑAL (supuesto que requiere ser percibida, atraer la atención del receptor, solicitar la respuesta de éste), es asimismo un SIGNO (dice algo o dice algo de algo) y, finalmente, es un SINTOMA del que lo emite (de su modo de ser, estar, actuar...). Evidentemente, cuando mensajes procedentes de estos códigos juegan como elementos de un mensaje de tipo superior, la organización misma comunicativa hace que las tres funciones se distribuyan entre los códigos intervinientes y no entre los sub-mensajes presentes (esto está claro: si solo me muevo, danzo, me agito... mi movimiento tenderá a expresar esa polivalencia funcional; pero si hablo, me muevo, suspiro, me sonrojo... lo que prevalecen son las necesidades del mensaje central y, en consecuencia, ello llevará a la distribución codificadora de mis recursos expresivo-comunicantes).
20. Aspectos similares encontraremos en el modelo de J. Ruesch: EL MODELO DE J. RUESCH